En 2003, el escritor Warren Ellis y el dibujante Cully Hammer publicaron «Red», una miniserie de cómics que ilustraba una venganza: el ex agente de la CIA Paul Moses, traicionado por sus compañeros, decide cazarlos sin piedad en una espiral de violencia que salpica cada una de sus páginas.
Pero esa sinopsis caducó en 2008, justo cuando se anunció su adaptación al cine con Robert Schwentke en la dirección; ahà la maquinaria hollywoodiense comenzó a acomodar la historia original a sus preceptos industriales. La dificultad de trasladar un formato como el cómic al cine (y, especialmente, en aquellos con implicaciones comprometidas) se ha manifestado en los últimos intentos: las (más o menos) acertadas «Sin City», «V de Vendetta» o «Watchmen» cohabitan con estrepitosas relecturas del original («The Green Hornet», «The Spirit»).
Explicar «Red» como una adaptación serÃa insuficiente; siendo exactos, la pelÃcula de Schwentke plantea una redefinición fÃlmica global del material primigenio. Cambia de género (del «thriller» a una «comedia negra»), propone nuevos (y múltiples) personajes (Malkovich o Freeman no aparecÃan en la obra de Ellis) y, quizá esto sea lo esencial, desecha los dos temas sobre los que pivota el cómic (la venganza y la violencia como la única mediadora posible para su consumación) en beneficio de un espectáculo de Hollywood, supervisado por el productor Lorenzo Di Bonaventura («Transformers»), en el que se busca el (sanÃsimo) entretenimiento superficial.
Eliminados de la ecuación, muy a propósito, los seguidores del tebeo, la actitud adecuada al revisar «Red» deberÃa ser la de olvidarse referencias previas. Este Paul Moses, no, perdón, aquà Frank Moses (Bruce Willis), es un agente de la CIA también retirado y también traicionado.
Basta de similitudes. No se trata de vengarse, importa reunir a su antigua cuadrilla (Freeman, Cox, Malkovich, Mirren) con el objetivo de descubrir, en una escapada por Estados Unidos, quién y por qué le ha tendido una trampa. Es el filme de Schwentke una «action road movie» en la que Bruce Willis vuelve a practicar el subgénero donde mejor se encuentra.
En «Â¿Qué es una buena pelÃcula?» (Ed. Paidós), el profesor Laurent Julliet indica que las superproducciones norteamericanas se dirigen al estómago, a provocar la emoción instantánea y recurrente en el espectador, frente a otro tipo de cine que, desprovisto de las urgencias del espectáculo/retorno de la inversión, persigue la reflexión o la construcción de un discurso artÃstico que justifique su existencia. «Red» funciona como pelÃcula del estómago. Schwentke, que ya habÃa ejercitado el entretenimiento masivo con «Plan de vuelo: desaparecida», utiliza todas las bondades y maldades que le otorga una superproducción.
Entre la turba de personajes planos (esa pareja de ex espÃas sexagenarios o el propio Morgan Freeman, en lÃnea con la afición hollywoodiense a planteles corales de relleno) o el avance previsible de la trama (¿en algún momento les inquieta saber quién ha vendido a Moses?), sà se disfrutan del filme algunas locuras de acción, casi siempre acompañadas por la presencia de un John Malkovich entonado o de una Helen Mirren anecdótica.
Aunque el puzle final roce el despropósito (uno no sabe qué pinta Rebecca Pidgeon o Richard Dreyfus poniendo cara de malos), si lo que pretendemos es un rato superficial de emociones inconexas (y sudorÃparas), la pelÃcula cumple su objetivo. El problema, como suele ocurrir con estos metrajes, es cuando te paras a pensarlos.
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